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Historias de Nuestras Productoras

APROLMA está formado por mujeres de espíritu fuerte, comprometidas con la calidad de su café, pero también con sus comunidades.

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María De Jesús Aguilar Aguilar

Nací en 1955, en Chinacla, La Paz, Honduras. Me casé en el año 1971 e inicié trabajando en una pequeña parcela que heredé de mi esposo. Donde vivíamos era un lugar pequeño y comenzamos a cultivar nuestro maíz. Al siguiente año iniciamos con el cultivo de café convencional y este mismo año nació mi primera hija la cual falleció. Fue una etapa de mi vida muy difícil y pensé que no lo podría superar pero tenía que seguir luchando por mis otros hijos. Para el año 1985 inicié con la organización Margoas (Marcala-Goascoran) donde empezó mi proceso de formación para vender mis primeros granos de café. En 1993 me invitaron a participar en un grupo de mujeres el cual se llamaba “Siempre Vivas” en el tema de derechos de la mujer.

En 1997 me capacité en la Cooperativa Raos en el tema de producción Orgánica. Para el año 2013 inicié con APROLMA y a través de esta organización he logrado vender mi café Orgánico al mercado internacional y así genero mayores ingresos para mi familia y diversifico en mi parcela Orgánica.

Ahora me siento orgullosa de sacar a mi familia adelante con principios y valores morales. Yo me considero un ejemplo a seguir ya que con mi esfuerzo y mi lucha logré salir adelante.                                                      


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María Ángela Urquía

Mi nombre es María Ángela Urquía. En el año 1993 residía en el barrio La Victoria en Marcala, La Paz. No sabía leer ni escribir y era tímida, no podía expresarme. Luego llegó una compañera a comentarme e invitarme a una organización de mujeres para conocer nuestros derechos y deberes. Por medio de capacitaciones descubrí lo importante que soy yo como mujer y que puedo aportar. En el año 2001 quedé viuda con 4 hijos pequeños por lo tanto quedé al mando del hogar. En el 2003 empecé a comprar mi propia parcela ubicada en la aldea Fátima y cultivar café orgánico, para cuidar el medio ambiente y así lograr mi independencia económica. Ya en el 2013 nace APROLMA y es con esta organización que empiezo a exportar mi grano de café al mercado internacional. Yo cuido la calidad del café desde el cultivo hasta la cosecha.


Me siento orgullosa porque por medio de todo este proceso he tenido la oportunidad de viajar a Alemania a promocionar nuestro café y ahora soy líder en la comunidad y la organización.

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Irma Esperanza Quintero

Mi nombre es Irma Esperanza Quintero, y en el año 1993 fui invitada a participar en una organización que se llamaba “Siempre Vivas”. Empecé a capacitarme en temas de autoestima y género, además de descubrir las capacidades y derechos de la mujer.
En ese momento mi quehacer estaba enfocado en las tareas del hogar, el cuidado de los hijos y de mi esposo. Había una barrera para la participación de la mujer especialmente porque los hombres no daban permiso a las mujeres para que se capacitaran, eso “era una pérdida de tiempo”, decían.
En la organización vi la oportunidad de poder mejorar la salud de mi hija quien padecía una enfermedad, pero fui descubriendo otros beneficios.
Tuve que aprender a hacer un balance entre las tareas del hogar y el ser parte de una organización. Fue así como pude obtener conocimientos que me dieron la capacidad de ser parte de la Junta Directiva de la organización. También pude ser dueña de una parcela de tierra y aplicar los conocimientos adquiridos en agricultura orgánica. Aprendí a producir café de calidad respetando el ambiente y haciendo uso de recursos que la naturaleza nos ofrece.
Ahora puedo decir que mis esfuerzos han dado frutos. En 2013 decidí formar parte de APROLMA  y puedo vender mi café a un buen precio. Gracias a esto mis hijas e hijos han podido tener una educación y son profesionales. Ahora tengo más tiempo para mi, puedo tomar decisiones y estoy heredando conocimiento a nuevas generaciones.

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Lilian Suyapa Vásquez

Mi nombre es Lilian Suyapa Vásquez Gómez y tengo 2 hijos pequeños. Cultivo una parcela de café ubicada en la aldea El Trapiche, Chinacla y cuido la calidad del café desde la finca hasta la cosecha para seleccionar el mejor grano. Yo tenía problemas para comercializar mi café. Vendía mi café a través de intermediarios y no obtenía ganancias. Entonces, en el año 2013 me invitaron a ser parte de La Asociación de Productoras Libres de Marcala (APROLMA) donde se buscaba la independencia de mujeres y una oportunidad de cambio a través de capacitaciones en diversos temas sobre todo lo orgánico y el cuidado del medio ambiente.
En el 2014 decidí ser socia de APROLMA porque por medio de esta Asociación puedo vender mi café al mercado internacional y así mejorar mis ingresos y abrir nuevas oportunidades. Me siento feliz de ser parte de la organización y convivir con muchas personas. Además, sé que como mujeres somos importantes, soy parte de una comunidad de mujeres líderes y como ellas yo también puedo ser líder.

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Sigry Lucila Vásquez

Soy Sigry Lucila Vásquez, nací en 1995, en la comunidad de Mezcalito, Marcala, La Paz. Mi historia comienza cuando a los 6 años me doy cuenta que mi padre no estuvo a mi lado que fue mi madre que tuvo que luchar para poder criarnos a mi y a mis 2 hermanos.  A mis 7 años mi madre se junta con otro señor que no era mi padre. Con mi padrastro empecé a vivir mucha violencia de él hacia mi madre y esto me motivó a salir de casa  y empezar a trabajar a los 15 años. En el 2011 mi madre tomó la decisión de separarse de mi padrastro y fue entonces cuando comenzamos a trabajar en nuestra finca con mi madre.
En 2016 me invitan a participar en una asamblea solo de mujeres  la cual no acepté porque mi hijo estaba muy pequeño. Poco tiempo después me invitaron nuevamente y acepté a formar parte de APROLMA. Mi esposo me apoyó a continuar dentro de la organización, inicié con mucho temor a no poder desenvolverme dentro de las asambleas que se realizaban.
Hoy en día trabajo en la finca con mi esposo. Para mi la finca y el café han sido parte de mi vida y que representa la familia, el amor y la paz. Trabajar en ella me ha dado la oportunidad de alejarme del mundo de violencia de antes. Por ser parte de APROLMA y mirar a mis compañeras con mucha fuerza, encontré confianza en mi misma y encontré mi voz.
Me siento feliz por las oportunidades que he obtenido estando dentro de la asociación.

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Dilcia Vásquez

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